Entonces, a la pregunta ¿para qué un masaje tailandés? la respuesta esencial es “para tener un momento de silencio y estar conmigo mismo”, encuentro aquí justamente la esencia del masaje, la esencia del acompañamiento que realizo, pues me centro en que recorras el camino de soltar y procurarte estar en paz, sin más intención, sin más propósito que gozar de cada presión palmar y estiramiento de tu cuerpo, respirando lenta, profundamente y soltando, en cada exhalación, las tensiones internas; muchas de ellas inconscientes.
Llegar a ese lugar de descanso real, no se consigue con uno, dos o tres masajes, pues es necesario realizar un proceso que va desde el permitir ser tocado y manipulado dejando atrás la anticipación y el control, hasta la entrega absoluta e incondicional al momento presente, permitiéndose respirar y estar con lo que se está, sin contención y sin constricción.